Miquel Escuder i Castellà nació en Terrassa en 1835, hijo de padres artesanos. Pronto se trasladó a Barcelona, donde ingresó en La Maquinista Terrestre y Marítima. Allí es donde se convirtió en un mecánico experimentado, que va a querer independizarse y fabricar su propio producto.
La producción industrial de Miquel Escuder corresponde a tres etapas históricas distintas. Son las siguientes:
- 1862-1879: dedicación exclusiva a la fabricación de máquinas de coser.
- 1879-1900: los motores de gas se convirtieron en los principales productos de la empresa, sin abandonar las máquinas de coser.
- 1900-1908: la empresa funciona en tres grandes líneas: las máquinas de coser, los motores de gas y maquinaria diversa, desde ascensores hasta dinamos.
A Miquel Escuder le habría encantado construir locomotoras, que era uno de los objetivos de La Maquinista, donde había trabajado. Pero se trataba de un producto que no estaba al alcance de un fabricante con pocos recursos (ver Navidad, J., Historia Económica de la Cataluña Contemporánea , La Metalurgia , vuelo III). Sin embargo, la renuncia a este sueño no le impidió convertirse en un fabricante de máquinas destinadas al pequeño industrial e incluso al hogar.
La máquina de coser fue la respuesta de la técnica a las mujeres de casa, a los sastres y las modistas, a los confeccionistas ya tanta pequeña empresa que utilizaba el hilo y la aguja en los quehaceres diarios.
Estados Unidos es la patria de la máquina de coser moderna. Los primeros proyectos, los primeros intentos y las grandes marcas son estadounidenses. Su gran marca fue Singer, una empresa fundada en Nueva York, en 1840, por un judío, Isaac Merrit Singer, que realizó sus negocios en Nueva York, pero que vivió y murió en Londres. La fábrica Singer de Nueva York vendió su producto en todo el mundo. En 1875 tenía dos mil puntos de venta por el mundo, entre ellos sesenta y ocho en España y Portugal. Producía unas 300 000 máquinas de coser al año y presumía de haber construido cerca de tres millones. Isaac Singer murió en 1875 y dejó una colosal fortuna a sus herederos.
Las máquinas de coser se conocieron en Cataluña al empezar la segunda mitad del siglo XIX. Todas eran importadas y Singer iban delante. En 1861 la casa norteamericana ya tenía un delegado en Cataluña: Pelegrí Roig, con tienda en la calle Agullers, núm. 5, de Barcelona.
Miquel Escuder abrió su taller en 1862 en la Barceloneta. Lo dedicó totalmente a la fabricación de máquinas de coser y se convirtió por este hecho en lo primero que lo hizo en Cataluña y en el Estado.
Escuder no era un inventor. Era un mecánico creativo y con gran capacidad de venta, como veremos, pero no era hombre para introducir técnicas nuevas. Sus primeras máquinas de coser eran, según su propia manifestación, del sistema Wheeler o Willon o, incluso, Singer. Se proponía dar un servicio similar al que daban las máquinas importadas, pero a mejor precio, por no tener que pagar derechos de importación por el producto terminado.
Pero no todo terminaba en el precio. Había que rodear la marca de prestigio. Y de eso, sabía mucho. En 1871, no sólo vendió más de cuarenta máquinas de coser en el camisero Verderau, de Barcelona, sino que al mismo tiempo le organizó el primer grupo de máquinas de coser que funcionó con máquina de vapor.
El éxito comercial impulsó a Escuder a ampliar la fábrica. Abandonó el viejo local, pero no la Barceloneta. En 1872 se instaló en lo que había sido la antigua fundición de hierro Domènech, en la calle de Sant Ferran, núm. 54, junto a La Maquinista Terrestre y Marítima. Entre planta baja y un piso, el establecimiento tenía 2 500 metros cuadrados en los que trabajaron entre ciento cincuenta y doscientos trabajadores en todo lo que quedaba de siglo.
Los problemas le llegaron de la competencia internacional. En 1875, la casa Singer abrió tienda en Barcelona, en la plaza del Ángel, chaflán calle de la Bòria, núm. 1. Su representante, Lluís Santasusagna, inició con este motivo una campaña de publicidad en los diarios barceloneses, que se incrementó cuando en 1878 abrió otra tienda más lujosa en la calle Ferran-Passatge del Crèdit, con un gran acto de inauguración con ochenta cubiertos " en lo que no escaseó el champagne". ( Diario de Barcelona , octubre de 1878, pág. 11 962).
En 1877, Escuder fabricaba y vendía 1 500 máquinas de coser al año, destinadas al mercado español ya las colonias o ex colonias americanas. Pero la competencia hizo daño a la máquina Aurora. Escuder siguió buscando un producto de repuesto o complementario.
Los motores de gas
Las fábricas catalanas conocían la fuerza del agua y la del vapor. Para obtener energía hidráulica era necesario estar junto a una corriente de agua suficiente, mientras que la máquina de vapor parecía reservada a las grandes empresas.
Philippe Le Bon ya había visto las posibilidades del gas procedente de la combustión de la hulla como elemento motriz, pero las primeras aplicaciones del gas de hulla tenían como finalidad el alumbrado y calefacción. El motor de gas no se puso en marcha hasta 1860, cuando se popularizó con el modelo descubierto por Nikolaus August Otto.
En 1879, Miquel Escuder obtuvo un privilegio del gobierno español para la construcción de motores de gas ( Diari Català, 22 de junio de 1879). Y empezó su fabricación. Tampoco aquí inventó nada. Puede ser la prueba el litigio abierto contra Miquel Escuder por la empresa alemana Gasmotoren Fabrik y que acabó en 1885 con sentencia de un tribunal español favorable al terrassense. Los alemanes le acusaban de haber copiado su máquina y pedían la destrucción de todos los motores de gas existentes, así como la nulidad de la patente española que se le había otorgado. La sentencia no dice que el motor no sea igual que el otro. La sentencia dice que si los alemanes querían mantener viva su patente en España debían haber empezado su fabricación en el plazo de un año y medio y que, pasado ese tiempo, cualquiera podía adoptar como propio el propio sistema y patentar -lo a su nombre. (ver Diari de Barcelona, febrero de 1885, pág. 2 557).
Los motores de gas Escuder iban destinados a la pequeña industria, un cliente potencialmente muy importante. Tenían al principio uno, dos, tres o cuatro caballos de potencia. Los presentaba como una clara alternativa a las máquinas de vapor, subrayando que por su poco peso se podían instalar en pisos, que el motor era silencioso y que no existía peligro de la explosión de las calderas, algo que reducía fuertemente la prima por el seguro. La potencia fue aumentando: cinco caballos en 1882, doce caballos en 1887, hasta cincuenta caballos en 1901, y hasta ciento cincuenta en 1902. Este último año la publicidad de la casa informaba de que funcionaban –y por tanto había vendido– tres -cientos motores.
La máquina de coser se mantendrá siempre en el catálogo y todavía cuenta en las ventas. En la Exposición Internacional de Barcelona de 1888, Escuder presentará ambos productos: la máquina de coser y el motor de gas.
La Constructora Escuder
Miquel Escuder era un hombre de gran imaginación. La ampliación de su gama de productos debió de ser consecuencia de la observación de un trabajo manual que él quería convertir en movimiento mecánico. Así, en 1881, en la fábrica de tapones de Josep Batet en Sant Feliu de Guíxols ya funcionaba una máquina Escuder para hacer tapones. Esta máquina figurará en adelante en su catálogo.
Un caso parecido puede ser el de los aparatos que patentó para arrastrar a las barcas fuera del agua, cuando tomaban de la pesca, que sustituían a la tradicional pareja de bueyes.
Con finales de siglo, Escuder entró de lleno en el sector de los motores eléctricos combinados con mecánicos. Construyó ascensores, motores eléctricos y dinamos. E incluso bicicletas y sierras.
En 1878 abrió una tienda en la calle Hospital, núm. 6, junto a la Rambla, para vender todos sus productos. Al final de siglo la sustituyó por otra en la rambla dels Estudis.
En 1902, Miquel Escuder debió sentirse viejo y acordó traspasar el negocio a sus hijos Joaquim, Josep, Miquel y Nicolau Escuder y Rodríguez. Se constituyó una sociedad colectiva con el nombre de Miquel Escuder i Fills, con un capital de 125 000 pesetas. El objeto social era el de construcción de máquinas.
Un año más tarde -1903- se creó una sociedad anónima: La Constructora Escuder, SA, sucesora de Miquel Escuder e Hijos, con un capital de 850 000 pesetas. Al igual que Amadeu Cros con su empresa química, Miquel Escuder quedó como director técnico “mientras legal o físicamente no se le inhabilite para el cargo”.
Miquel Escuder murió el 21 de noviembre de 1908.
Un publicista del siglo XIX
Los barceloneses llegaron a conocer muy bien a Miquel Escuder y sus máquinas. Las campañas de publicidad que lanzó este personaje para promover la venta de sus productos se pueden poner entre las primeras realizadas en Cataluña. Escuder debía de tener su presupuesto de publicidad y no era el único, pero no había ninguna con su originalidad de presentación. Por lo general, en aquellos años la publicidad no superaba la publicación de unos anuncios o la presentación de los productos en las ferias industriales.
Escuder anunció sus productos. Suerte hemos tenido para conocer su evolución como industrial.
Pero los barceloneses conocerán sobre todo Can Escuder por su participación en las fiestas de la ciudad. Para el carnaval de 1876, en la rúa había una carroza que exhibía máquinas de coser y que tenía un mortero de aire comprimido que arrojaba prospectos de la empresa a larga distancia. El 5 de enero de 1879 organizó la llegada de los Reyes a Barcelona con jinetes al estilo morisco, unas carrozas con juguetes para los niños, otra que llevaba una muestra de los productos de la casa y las condecoraciones recibidas y uno timbal que cerraba la comitiva. Unos meses más tarde –septiembre de 1879– montó una torre en medio del paseo de Sant Joan desde donde lanzaba globos y prospectos de la fábrica con el citado canutillo. Las puertas de la torre estaban decoradas con los escudos de las provincias catalanas y propaganda de las máquinas de coser.
En agosto de 1880 organizó un desfile para presentar las fiestas de la Mercè. Exhibía sus productos en carros traídos por chicos de la Casa de la Caridad, seguidos por una banda de música. Con motivo de las fiestas de la patrona de la ciudad montó una pirámide que giraba sobre una plataforma rotatoria en la plaza del Palau, y que se movía gracias a dos motores de gas fabricados por él. De la punta de la pirámide salían unos chorros de agua, iluminados de noche por lámparas eléctricas.
Finalmente, en el carnaval de 1881 iba una carroza suya en forma de cuna con criaturas de pañales de verdad, procedentes de la Casa-Cuna que había en la ronda de Sant Pau, destinada a acoger a los hijos de las trabajadoras durante las horas de trabajo.
En estos auténticos espectáculos publicitarios, que los barceloneses agradecían de lo lindo, siempre daba entrada a un elemento de las nuevas técnicas del siglo: la luz eléctrica, la fuerza motriz del gas, los globos. Y siempre, por supuesto, procurando ganar fama y prestigio para sus productos.
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