lunes, 4 de enero de 2021

Eduardo Barreiros

 


Eduardo Barreiros

La historia de un ourensano que, contra viento y marea, construyó un imperio industrial

A lo largo de la historia, surgen empresarios que se convierten en leyendas: Bill Gates, Amancio Ortega, Steve Jobs… Todos ellos son y serán parte de la historia del mundo empresarial. Desgraciadamente no siempre están bien considerados y, en algún caso, son injustamente olvidados. Este 2019 se cumplen 100 años del nacimiento de uno de nuestros grandes. Un gallego que se convirtió en uno de los mayores empresarios de España, que llegó a emplear a más de 20.000 personas en unas instalaciones de más de 2 millones de metros cuadrados, que llegó a fabricar el 40% de los vehículos pesados de España y que fue reconocido por el New York Times como uno de los empresarios más importantes de Europa. Una de esas personas que cambiaron nuestro mundo para siempre. Un genio innovador, que fue capaz de convertir su apellido en sinónimo del motor diesel y sin el cual no se entendería el mundo del motor tal y como lo conocemos en la actualidad: Eduardo Barreiros.

Eduardo nacía el 24 de Octubre de 1919 en Gundiás, Nogueira de Ramuín, Ourense. Su padre había iniciado el negocio familiar con la explotación de varias líneas de autobuses. Con 12 años, Eduardo comenzó a ayudar a su padre como revisor y en el mantenimiento de los viejos autobuses de la empresa. Pasó su infancia entre motores hasta la llegada de la Guerra Civil.

Tras la contienda, abre un taller en Ourense en el que, a partir de chatarra y componentes de desguace, fabrica autobuses para prestar servicio en la empresa familiar. Además, comienza a adaptar motores para su uso con gasógeno (procedimiento que permitía obtener combustible gaseoso a partir de combustibles sólidos como carbón, leña…). Eduardo ya demostraba que era un genio.

Y además de genio, visionario. Tras la Guerra Civil, en España había poca disponibilidad de gasolina, pero sí de gasoil, más barato y cuyo consumo era menor. Así que Eduardo pensó que el negocio estaba en modificar motores de gasolina para que usaran gasoil, para reducir su consumo y con ello, sus costes.

Y vaya negocio que encontró. En 1951 patentaba el procedimiento de transformación y el taller se le quedó pequeño, así que en 1954 decide fundar en Madrid una empresa que se dedicaría a la fabricación de motores, a la que llamó Barreiros Diésel

Eduardo, además de un genio, era un gran conocedor de la importancia del marketing y de la comunicación. En su filmoteca guardaba todos sus trabajos y los documentos de las visitas que recibía en su fábrica. Trabajar en Barreiros en aquellos años era un lujo: pagaban bien y a tiempo, daba ayudas para la compra de vivienda, hizo obligatorios los reconocimientos médicos y las condiciones laborales eran de las mejores del país.

Y en 1957 llegaba el punto de inflexión. Barreiros Diesel ganaba un concurso para suministrar 400 camiones militares a Portugal. Pero el INI (Instituto Nacional de Industria) no estaba interesado en que un humilde gallego se llevara ese contrato. Sin saber muy bien cómo, Eduardo consiguió que Franco solicitara una exhibición del prototipo portugués (al que todos llamaban “El Abuelo”) en los Montes del Pardo. Barreiros lo condujo personalmente en traje y corbata y fue felicitado por Franco. El industrial aprovechó para recordarle que existía la posibilidad de fabricar 400 camiones para Portugal a lo que el caudillo, frente al presidente del INI y al Ministro de Industria, exclamó: “Adelante, Barreiros, adelante”. Tenía vía libre, nadie se interpondría ya en su negocio.

La industria automovilística española estaba controlada por el régimen a través de SEAT (que fabricaba turismos) y ENASA (que fabricaba camiones) y no podían permitir que llegara un terco y espabilado gallego a quitarles su parte del pastel. Pero a pesar de que contaba con enemigos en todos los Ministerios, Barreiros comienza a fabricar sus propios motores, furgonetas y camiones civiles (el Azor, el Super Azor…). Y también comenzó la fabricación de tractores para su exportación a Portugal, África y Sudamérica.

El negocio se amplió a una escala tan grande que Barreiros tenía problemas para encontrar entidades españolas que le ayudaran con la financiación (probablemente con intrigas del INI incluidas) por lo que buscó socios extranjeros que le permitieran dar rienda suelta a su expansión. Tras negociar de manera infructuosa con distintos grupos internacionales, Fiat y General Motors entre ellos, finalmente, en 1963, alcanza un acuerdo con la norteamericana Chrysler, por el cual cedía el 40% de Barreiros Diesel a Chrysler Corporation y se funda la nueva empresa, Barreiros Chrysler.

En esa época, con una inversión de más de 4.000 millones de pesetas de la época (24 millones de euros), se amplía la fábrica hasta un total de 2 millones de metros cuadrados, así como la red de distribución comercial, con otra inversión de 1.000 millones de pesetas (6 millones de euros).

Ya como Barreiros Chrysler, comercializó modelos míticos como el Simca 1000, el Simca 1200 o el Dodge Dart.

Así, Eduardo pone a España de nuevo en el mapa. El 40% de los vehículos pesados de España son Barreiros, exporta productos a 27 países, el New York Times lo reconoce como uno de los empresarios más influyentes del Viejo Continente, y da empleo a 20.000 personas, convirtiéndose en la tercera empresa madrileña tras Renfe y Standard Electric.

En 1967, Chrysler Corporation se hace con la mayoría del accionariado de la empresa y Barreiros Chrysler se convierte en Chrysler España. 10 años después, esta empresa sería vendida al Grupo PSA (Citroen-Peugeot) mientras que la fabricación de camiones pasaría a formar parte de Renault. En 1969, Eduardo Barreiros abandona la empresa, vende su participación y firma un contrato con Chrysler España en el que se compromete a no realizar ninguna actividad relacionada con el motor durante un período de 5 años.

Pero alguien como él no podía permanecer parado, así que se introdujo en el sector ganadero, fundando PUVASA (Explotaciones Puerto Vallehermoso), que en poco tiempo se convierte en uno de los más importantes laboratorios de inseminación artificial de Europa y la principal fuente de abastecimiento de sementales para las ganaderías de todo el continente.

En 1978, conoce en Madrid a Carlos Rafael Rodríguez, Vicepresidente de Cuba, que le dijo: “Usted tiene que venir a la Tierra del Comandante y hacer allí el mismo desarrollo llevado a cabo en España”. Dicho y hecho. Participa en un concurso convocado por el Gobierno Cubano con uno de sus prototipos, el cual vence al presentado por Nissan. Se reúne con Fidel Castro y firma un contrato para el desarrollo automotriz del país, para producir motores diesel y convertir motores de gasolina, bajo su marca, Taino.

Fue tan importante su contribución al país que en 1991, la Universidad de la Habana, le concedía el título de doctor honoris causa en Ciencias Técnicas.

El 19 de febrero de 1992, Eduardo, con 72 años de edad, fallecía en La Habana de manera inesperada, de un infarto.

Su legado sigue vivo gracias a la Fundación Eduardo Barreiros, creada por su hija Mariluz en 1997, de la que es Presidenta.

En la actualidad, en las instalaciones de Barreiros Diesel en Villaverde, Madrid, se encuentran las instalaciones del Grupo PSA y de Renault Vehículos Industriales. La calle que llega hasta la entrada principal lleva el nombre de Eduardo Barreiros.

Así fue como un ourensano cambió para siempre la historia del motor. Un gallego que fue capaz de convertir su apellido en sinónimo de motor diésel.


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